a Pilar, que me enseñó a mirar esta fantástica naturaleza.

Recientemente se me ha pedido la colaboración fotográfica para un libro sobre la protección de los humedales costeros de la Región de Coquimbo; sin darme cuenta había ido acumulando un número importante de fotografías de estos ecosistemas naturales tan importantes y a la vez tan poco valorados en nuestro país.

De hecho la primera vez que fotografíé un Humedal yo ni sabía donde estaba parado. Estaba practicando unos tiros con la cámara en la Playa Changas de Coquimbo hasta que poco a poco me fui moviendo hacia el este atraido por la vegetación y algunas garzas que aperecían de repente. Sólo cuando volví a casa y mostré algunas imágenes a Pilar ella me conntó que había estado en el humedal El Culebrón, y ahí mismo se despachó  largo rato hablándome de estos lugares.

Desde entonces, y por diversos motivos, comenzamos a frecuentar los humedales de Tongoy (Pachingo, Salinas Chica y Grande) profundizando un poco más en el conocimiento general sobre el tema. En la región existen cerca de 10 humedales costeros, desde el Estero de la Quebrada de Los Choros, en el extremo norte del Territorio, hasta el extremo sur, donde está ubicada la Laguna Conchalí.

Para la ciencia, la definición precisa de de un Humedal no es fácil debido a la gran diversidad de características que pueden presentar, sin embargo existen puntos de encuentro referidos a un espacio de origen natural donde el agua dulce o salada permite la configuración de un ecosistema que permite la susbsistencia de recursos vegetales junto con especies animales acuáticas y terrestres.

Ahora bien, culturalmente hablando, un humedal también es como el pariente pobre del turismo de naturaleza, ubicados algunos cerca de la ciudad pasan casi desapercibidos y las agencias prefieren la gran montaña o la paradisiaca playa. Por ejemplo en El Culebrón (a pocos kilómetros del centro de Coquimbo) es problable que la gente pase sin saber nunca que frente a sus indiferentes ojos habitan una cantidad considerabe de aves, peces e insectos, y una vegetación que sobrevive junto con ellos el amenzante dia a día del paso de la ciudad. De hecho en el Culebrón ya no existe una gran parte de su extensión natural, invadida por  canchas de fútbol, pequeñas comnidades de pescadores y proytectos inmobiliarios.

El libro en cuestión busca dar cuenta de los esfuerzos realizados por distintos estamentos de la sociedad (Estado, privados y ciudadanía) en pos de la protección ambiental de los humedales, asi es que si de algo sirve, un honor que mis imágenes contribuyan para ello, de la misma manera como algunos humedales me contribuyen con paz y armonía cada vez que los visito.
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