Es la entrega que faltaba, de ese intenso y corto viaje a Puerto Montt del cual les contaba en una y otra y otra entrada. Un día antes de la vuelta se nos une el maestro Shamán La Regla y partimos hacia la montaña, hasta llegar al Parque Vicente Pérez Rosales. Una maravilla en dos partes: El Lago de Todos Los Santos y Los Saltos de Petrohué.
Creado en 1926, el Parque en cuestión es el más antiguo del país y extiende su territorio en la Región de Los Lagos, entre las provincias de Llanqihue y Osorno. Es enorme, con más de 250 mil hectáreas y una altitud que puede llegar a los 3400 metros en la cumbre del Volcán Tronador.
Nosotros paramos sólo en los dos lugares mencionados en el primer párrafo, pero también está el Valle de Cayutué, el Valle del Río Puntiagudo, el Volcán Osorno (apreciable majestuosamente desde prácticamente todo el Parque) y por supuesto el trayecto desde el Lago de Todos Los Santos hacia Argentina. Una deuda pendiente.
Bosques siempreverdes por todos lados, también Húmedos de Galería y mucho Canelo, Coigue, Patagua y Pira, son algunas de les especies de flora que pudimos apreciar.
En términos fotográficos, llegando a Los Saltos de Petrohué, no hubo más que bajarle la velocidad de obturación a la cámara, cerrar bien el diafragma y rezar para que la abundante agua que chispeaba desde todos lados no le hiciera daño al equipo ya que como he comentado en otra oportunidad, los amarretes ingenieros Nikon desestimaron sellar el modelo D90 Se echó de menos un trípode por supuesto y eso se nota en la trepidación y en la irregular definición en algunas.. imágenes.
La vuelta sí estuvo un poco NATGEO ya que nos quedanos sin locomoción para bajar y tuvimos que lanzarnos camino abajo y ver como inquietantemente se iba anocheciendo en un camino estrechísimo y muy transitado por vehículos que no nos pescaban ni por si acaso. A eso se súmenle la nieve caída dos días antes en la cordillera y era un frío de esos.
Pilar no dejaba de transmitir y contarnos cosas acerca del paisaje, presa de una fascinación que la verdad yo no podía compartía del todo. Shamán era el perfecto punto medio como siempre y buen shamán urbano que es: a ratos también entusiasta y en otros pensando sólo en el frio y en la noche que no parecía que iban a tener piedad con nosotros.
Finalmente, fué el automovil (camioneta) número 495 el que se apiadó de nosotros y cual polizontes cruzando la frontera nos fuimos montaña abajo en el pick-up del vehículo cubiertos apenas con una lona. Era tanta la felicidad por evitar los 56 kilómetos a pié que prácticamente ni sentía el frío y el viento ni el peligro que a más de 100 k/h en la parte trasera de una camioneta sí se que hacen sentir.
Finalmente llegamos a Puerto Varas, sus buenos tecitos, uno que otro pastel y de vuelta al hotel en Puerto Montt para el descanso del guerrero y al otro día vuelta nuevamenbte a juntar valor para subirme al avión que nos traería de vuelta hasta Santiago. Que diría de mi Chris Johns !!
Finalmente llegamos a Puerto Varas, sus buenos tecitos, uno que otro pastel y de vuelta al hotel en Puerto Montt para el descanso del guerrero y al otro día vuelta nuevamenbte a juntar valor para subirme al avión que nos traería de vuelta hasta Santiago. Que diría de mi Chris Johns !!