Es esta una casa de locos, con puertas y ventanas siempre abiertas porque hace mucho calor y porque hay gente que no deja de entrar y salir por ellas, todo el mundo habla al mismo tiempo y los niños se ven corriendo hasta por las paredes. Por primera vez en mucho tiempo las vacaciones de toda la familia han coincidido y nos encontramos por todos los lados de la casa, a la hora del almuerzo hay que extender mesas e improvisar sillas, en la cocina abundan las coca colas, las cervezas y las papas fritas, el salame y los bistecs con harto jugo. En pleno living, donde solía haber una mesa de centro, hay ahora una casa de princesas, la música no para de sonar todo el día y si no es la radio, es mi sobrinita cantando canciones de Pimpinela! o soy yo con la guitarra, o es mi madre capaz de inventar canciones prácticamente de cualquier cosa, el caso es que algunos bailan mucho en esta casa y anda en el aire ese ambiente familiar que hace muy pero muy bien. Todo el mundo está esperando que los niños hagan alguna gracia para seguir riéndonos, y a pesar de lo terrible que es a veces mi sobrina Antonia, apenas se va el domingo con su papá todos se ponen medios tristes, entonces la casa agarra un silencio al que no nos acostumbramos mucho.
Nadie hace muchas cosas, salvo mi madre que prepara comidas como para un regimiento y mi papá que entra y sale todo el día, comprando más cosas para comer y arreglando los autos y la vida a cada uno de nosotros, que no nos falte nunca nada a pesar de que ya estamos viejos y resueltos.
La casa llena de pronto estalla y yo imagino que cada uno quisiera estar solo y muy lejos de aquí, pero nos dura poco, la soledad nos aburre pronto y nos volvemos a juntar en la cocina o alguna pieza, o viendo la televisión; también nos abrazamos mucho, para decir con el cuerpo todo aquello que no se puede con las palabras.
Es esta una casa de locos, siempre lo ha sido, desde que tengo memoria es una casa llena de gente, los veranos enteros durmiendo en el living. Una vez llegué a la casa y había llegado un primo que no conocía y se alojó en mi pieza, eran 3 días y se quedó más de un mes, luego llegó su señora (que nadie conocía) y hasta dio a luz a su guagüita aquí. Cosas como esas y todo muy normal.
Han vivido decenas de personas con nosotros por alguna que otra temporada, otros se han quedado x años y así me nació una hermana y un hermano. Extraordinario ! En mi pieza incluso vivió un tiempo el mismísimo Francisco “Chamaco” Valdés y la casa llena entonces se llenaba de gente también por fuera para agarrar alguna foto o autógrafo.
Es esta una casa de locos, sueltos pero en patota, bulliciosos, habladores, bailadores y cariñosos, irrepetibles, inolvidables, definitivamente felices.